Las tareas del día a día pueden hacer que tengamos una visión sesgada de la realidad de nuestra empresa. Suele ocurrir que el empresario debe hacerse cargo de lo urgente, sin poder prestar atención a lo importante. La dificultad en lograr una delegación efectiva se traduce en la imposibilidad del dueño de ocuparse de la estrategia de la compañía, debiendo realizar tareas operativas.
El objetivo: pasar de “la empresa soy yo” a “medir, priorizar, delegar”.